TRIBUS URBANAS VS GRUPOS DE CULTO
O MODAS VS ESTILOS DE VIDA


Lic. Galant, María del Mar
Lic. Schandor, Ana María
Lic. Torti Frugone, Yanina de los Milagros
XI Congreso REDCOM
Comunicación y culturas juveniles
ISSN: 1852-6349
Palabras clave: Tribus Urbanas, Grupos de Culto, Industria Cultural


En el presente trabajo nos proponemos establecer una diferencia entre los grupos de personas conocidos mediáticamente como “tribus urbanas” y aquellos que denominamos “grupos de culto” que son considerados como parte del primer grupo, de forma equivocada.
Con este objetivo, por un lado, realizamos un seguimiento de distintos medios y sus modos de nombrar a estos grupos en sus discursos. Paralelamente, visitamos reuniones de diferentes agrupaciones y entrevistamos a sus miembros. Observamos sus perfiles, sus modos de relacionarse, sus mitos y simbología, y, quizás lo más significativo, sus prácticas y modos de producción.
Floggers, Emos, Cumbieros, Rollingas, por un lado; Trekkies, Roleros, Otakus, seguidores de Tolkien y Harry Potter, por otro. Sujetos que conviven -no siempre de modo pacifico- y comparten espacios. Luego de un análisis dedicado, intentaremos demostrar que la oposición que planteamos como “Tribus Urbanas Vs Grupos de Culto” se convierte en “Moda Vs Estilo de Vida.”

Escenario
En los albores del nuevo milenio, nos encontramos con sociedades que no se definen por los criterios que históricamente resultaron idóneos. El territorio ya no condiciona identidades y los repertorios culturales están compuestos por elementos y costumbres principalmente híbridos. Centrándonos en América Latina, la vemos descentrada, deshistorizada y desterritorializada. Martín-Barbero la describe como incómoda en/con la Modernidad, y caracteriza ese malestar como la conjunción de: el descentramiento de las fuentes de producción de la cultura (de la comunidad a los aparatos especializados); la fragmentación de las comunidades; la sustitución de las formas de vida de la tradición por las generadas por el consumo y la secularización e internacionalización de los mundos simbólicos.1
Los fenómenos que nos proponemos describir e intentar definir son producto no sólo de la globalización, sino del crecimiento del desarrollo tecnológico y la incidencia de los medios de comunicación en la vida cotidiana, hasta ser parte integral de ella. Las radios emiten música de todas partes del mundo, la televisión nos muestra culturas lejanas y sus costumbres, y es difícil establecer los límites de lo que Internet pone al alcance de quienes poseen la conexión: redes sociales que permiten la comunicación entre personas de todas partes del mundo, espacios para compartir videos, sonidos, escritos e imágenes. Y, por supuesto, las artes reproducibles a sólo un clic de distancia. La industria cultural en su máxima expresión, reproducción y trasmisión. Las fronteras desaparecen en un mundo conectado. Qué sucede con los sujetos que quedan afuera de esta red, es objeto de otro estudio.
Martín-Barbero plantea cómo “la industria cultural, produciendo nuevos híbridos resultantes de la desaparición de fronteras entre la cultura popular y la elitista, entre lo tradicional y lo moderno, lo nacional y lo extranjero, está reorganizando las identidades colectivas y las formas de diferenciación simbólica”.2 La realidad se desclasifica, se “descolecciona”, como diría Néstor García Canclini. La época se caracteriza por la coexistencia de todos los estilos, todas las creencias, los valores, y las costumbres; pocos de los cuales puede ya preverse por -o encasillarse en- una Nación o territorio.
Se habla entonces de memorias desterritorializadas que son “la producción de culturas y subculturas ligadas a los mercados mediáticos comerciales de carácter transnacional”3, según explican Nancy Morris y Philip Schlesinger. En este trabajo vamos a hablar de identidades individuales y colectivas que han tenido lugar por haberse construido en este entorno de repertorios culturales de constitución cuasi-azarosa: desclasificada y desterritorializada. Como explica García Canclini en Culturas Híbridas4, se reordenan los productos culturales de acuerdo al gusto personal y ya no a los cánones sociales. Se descoleccionan los bienes simbólicos.

Conceptos Básicos
Necesitamos esclarecer las concepciones de identidad y de cultura de las que nos serviremos. A tal fin, creemos precisas las ideas de Gilberto Gimenez, en su texto “La cultura como identidad y la identidad como cultura”.5
Gimenez entiende la cultura como “la organización social del sentido, interiorizado de modo relativamente estable por los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compartidas, y objetivado en ‘formas simbólicas’, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados”6. Este autor define a su vez la identidad como el lado subjetivo de la cultura, construida por cada actor social a partir de la apropiación de determinados repertorios culturales. Estos serán diferenciadores hacia afuera, y definidores hacia adentro7. La identidad es entonces un atributo relacional, ya que requiere ser reconocida por los otros para que exista.
Tenemos entonces actores sociales que se apropian de elementos del repertorio cultural al que tienen acceso y lo interiorizan como parte de sí mismos. Así se construye la identidad individual. Gimenez avanza aún más en su análisis y explica que “los significados culturales se objetivan en forma de artefactos o comportamientos observables, llamados también “formas culturales” (...) por ejemplo, obras de arte, ritos, danzas…; y por otra se interiorizan en forma de “habitus”, de esquemas cognitivos o de representaciones sociales.” 8
Ahora bien, hablaremos de identidades colectivas. Diremos que una cantidad de individuos adquiere una identidad colectiva cuando coinciden en su capacidad para conferir un sentido a lo que se hace en el grupo. Gimenez cita a Alberto Melucci y afirma que "la definición interactiva y compartida concerniente a las orientaciones de su acción y al campo de oportunidades y constreñimientos dentro del cual tiene lugar dicha acción" es lo que convierte al colectivo en una unidad distintiva.9 Esta acción compartida se convertirá en un modelo cultural para los integrantes del grupo, y se afirmará con la creación de rituales y prácticas que estimularán el involucramiento emocional.
Gilberto Gimenez termina su definición planteando el conflicto que dispara este estudio: "la identidad colectiva comporta una tensión irresuelta e irresoluble entre la definición que un movimiento ofrece de sí mismo y el reconocimiento otorgado al mismo por el resto de la sociedad."10 Y esta revelación nos resulta particularmente significativa en nuestro objetivo de establecer la diferencia que da nombre a este trabajo. Una diferencia que encierra a su vez una jerarquía: la confusión entre tribus urbanas y grupos de culto es resultado del desconocimiento de la profundidad, trascendencia e incidencia que poseen ciertos "gustos" en la vida de algunas personas.
A continuación, daremos luz a esta cuestión.

Tribu Urbana: reacción social y producto cultural
El origen del término se le atribuye al sociólogo francés Michel Maffesoli, quien reutilizó el término de "tribalismo" y "neotribalismo" para explicar la transición de un mundo moderno burgués en decadencia (junto a sus conceptos el poder, el individualismo, la política y el orden social) hacia un nuevo mundo en el que las fuerzas no se han definido completamente. Estas nuevas fuerzas de socialidad, se caracterizan por ser imaginativas, creativas, efervescentes, cambiantes, altamente visuales, hiperactivas, participantes y con vínculos afectivos espontáneos entre pares, entre grupos y en relación a la realidad, el lugar y los objetos (a diferencia de lo social moderno, establecido, racional y unilateral). De esto deriva que, en los nuevos tiempos, esta nueva forma de sociedad está manifestando y creando nuevos lenguajes. Como resultados de este fenómeno, las relaciones entre pares son más efectivas, el individualismo desaparece y la búsqueda de nuevas identidades está en boga.
La presencia del fenómeno tribal no es exclusiva a las megapolis del siglo pasado y del actual, como algunos consideran erróneamente. La necesidad y el surgimiento de grupos dentro del orden establecido derivaba de las sociedades secretas, que compartían creencias no permitidas oficialmente por el poder en boga; mismo en la propia Antigüedad, en la resistencia de lo pagano ante lo oficial, de lo diferente ante lo normativo, del caos al orden. Por tanto, la emergencia y visualidad de las tribus es una respuesta a un modelo de mundo totalmente saturado y agotado. Mafessoli afirma que "Frente a la anemia existencial suscitada por un sociedad demasiado racionalizada, las tribus urbanas destacan la urgencia de una socialidad empática: compartir emociones, compartir afectos".11
Los grupos categorizados "tribales" por el autor, contienen características a destacar. Considerando la afectividad y el estar-juntos como la premisa más importante, "el hecho de compartir una costumbre (...) permite que esto sea una protección contra la imposición". En consecuencia, "la confianza que se establece entre los miembros del grupo se expresa mediante rituales y signos de reconocimiento específicos que no tienen otro objetivo que el de fortificar el grupo pequeño con respecto al grande".12 Al no tener las mismas características que las de una organización dentro de los parámetros sociales "normales", se remiten a un ambiente, más que a una jerarquía, y expresan sus medios de vida por la apariencia y los sentimientos (conocido como paradigma estético, signo propio de nuestra época, que va siempre acompañado de las formas); de este modo, asientan la matriz de experiencias y estabilizan las relaciones internas entre los miembros. La diferencia con el mundo externo no es negativa, sino más bien orgánica: crea una identificación grupal, no individual, pero que realza ante el conflicto constante una solidaridad que calma las caóticas aguas del cambio permanente. Asimismo, este "orden" pasional por el cual se instituyen tiene la característica de su no-estabilidad. En efecto, las afluencias afectivas no solamente generan vínculos positivos, sino contradictorios y enfrentados hacia los otros dentro de la misma comunidad. Sus antagonismos forman una defensa hacia el exterior; de esta manera, diferencian o forzar a diferenciar a otras tribus, todas concientes de la otras bajo la gran red de la sociedad, retroalimentada por los acelerados progresos tecnológicos en la comunicación (que es la que crea, sin ir más lejos, a nuevas tribus que incluso mantienen un contacto virtual. Un ejemplo de ellos son los Fox, los Floggers y las Gothic Lolitas japonesas). Cabe destacar que, aunque algunos grupos no sobreviven originales (los Punks), alcanzan diferentes etapas en la socialidad que han adoptado para que sus sucesores las adopten y se resignifiquen (Industriales, Cyberpunks, Neopunks, etc.)
Observando entonces las características sociológicas internas y externas, podemos señalar entonces, que "Tribus urbanas" ha sido utilizado desde hace más de 20 años en diversas investigaciones –psicológicas, antropológicas y sociológicas en su gran mayoría. En ellas se abarca conceptualmente de maneras muy diversas: desde la diferenciación casi temerosa con "el resto de la sociedad", apartándolos como un gueto, hasta otorgándoles el título de "subgrupos", productos residuales correspondientes de los márgenes sociales que el modo de vida burgués ha dejado en su decadente Modernidad.
Algunos investigadores (y medios masivos de comunicación) afirman las tribus urbanas son la manifestación contemporánea de la búsqueda de identidad de los jóvenes, quienes ya no encuentran todas las herramientas para construirla en la sociedad ni en su grupo familiar. Cuando se encuentran con quienes que tienen las mismas tendencias, modas y pensamientos, se logra un empatía grupal. Esto también implicará una ideología interna, que variará según la postura de la tribu frente al prójimo, la sociedad y el mundo. Lo más impactante de estos subgrupos sociales será el modo en que enfrentan a la sociedad, supuestamente demostrando su incorformismo de diversas maneras, para que no solamente sea diferenciados del resto de la "gente común", sino que también logren un proceso de identificación de los otros hacia ellos. Una de estas manifestaciones los vincula directamente en el aspecto material y la cultura contemporánea. En otras palabras, las tribus se definen como tales de la sociedad por navegar en los mares de la industria cultural, que alcanzó su apogeo en los '90 en Latonoamérica con la entrada de las políticas neoliberalistas.
Nunzia Auletta, en su texto “Un mundo de Tribus: el mundo de los jóvenes consumidores” toma, efectivamente, a las tribus urbanas como targets del mercado masivo. Pensando en Argentina y en grupos como los Floggers, los Emos, los Darks o los Góticos, serán entonces “agrupaciones de jóvenes que comparten sistemas de valores que se manifiestan explícitamente en patrones de consumo mediante los cuales sus integrantes emiten señales acerca de su afiliación y se diferencian de los demás”. Estos grupos “expresan su estilo diferenciador en la moda, la decoración corporal (tatuajes, piercing, estilo y color del cabello), rituales de socialización (música, juegos y entretenimiento) y el uso de marcas con valor simbólico”. 13

Noción de Grupo de Culto
Llamaremos entonces “grupo de culto” a un conjunto de personas que comparten una relación particular con un producto de las industrias culturales. Los participantes de estos grupos están relacionados íntimamente con los detalles del objeto al que rinden culto; e invierten gran parte de su tiempo en el desarrollo de actividades relacionadas con él. En un primer momento, se generaron especialmente alrededor de objetos relacionados con la ciencia ficción, pero actualmente se han extendido a otros campos de las industrias culturales.
Comprendemos que el concepto “culto” puede ser cuestionado por su interpretación ligada a la religiosidad. Decidimos tomarlo a pesar de todo por su significado etimológico, que se remonta a la palabra cultus, "honrar con veneración"14. La vida cotidiana de un cultista, sus hábitus -en el sentido que le daba Gilberto Gimenez- y las formas culturales de las que participa, están condicionadas por el objeto. Este condicionamiento no es coercitivo, sino apropiado voluntariamente por el mismo sujeto.
Una de las características principales que observamos en estos grupos es la producción. Entendemos por “producción” las elaboraciones propias a partir del universo u objeto de culto. Podemos nombrar, entre ellos, los fanfictions (textos escritos), cosplay (elaboración de ropas o disfraces para representaciones), fanvids (realizaciones audiovisuales con temáticas relacionadas) y gatherings (reuniones en las que se intercambian producciones e información relativas al universo de culto), entre otras.
Otra característica que podemos destacar es la emergencia de un lenguaje o jerga. En estos círculos, el uso del idioma está íntimamente ligado con el culto profesado; llegando a generar giros idiomáticos y, particularmente, resignificaciones del lenguaje a partir de pasajes, características, o eventos relacionados con el culto.
Con el advenimiento de Internet se facilitó la interrelación entre los participantes de los distintos grupos, y así el intercambio de producciones, noticias e interpretaciones. En este mundo conectado, observamos tres niveles progresivos, desde la persona que se interesa por un objeto hasta el cultista.
- Los Seguidores o Público (primer momento): sujetos que se sienten atraídos por el objeto. Consumen sus productos -a veces de forma eventual- y entienden su universo.
- Los Entusiastas o Fans (segundo momento): son seguidores que se involucran a nivel emocional con el objeto o, en este caso, sujeto de culto. Incluimos esta opción porque suele observarse principalmente generados por la persona creadora del objeto. Nos referimos a cantantes, escritores, personajes. Ya aparecen las agrupaciones, sus tareas están objetivadas a eventos e intercambio de información principalmente. Consumen los productos más ligados al culto a la persona que al objeto mismo.
- Los Cultistas (tercer momento): el fenómeno forma parte de la vida de estos Fans. El tiempo de antigüedad de su entusiasmo, y las costumbres que adquirió en consecuencia ya están absorvidas por el estilo de vida cotidiano. Su conocimiento del objeto va más allá de lo comercializado al público general y forma parte de sus esquemas cognitivos, sus representaciones sociales y las significaciones e interpretaciones que hace del mundo. Dependiendo del objeto, puede o no agruparse físicamente con otros cultistas. Siguen todos los productos directos del culto -ya sea libros o episodios- y poseen un conocimiento profundo de ellos: releen, estudian, vuelven a ver.
Un cultista pasa por estas tres etapas, pero no todos los seguidores se convierten en fans, ni todos estos en cultistas.

Diferencias Clave
A la hora de establecer las diferencias entre las tribus urbanas y los grupos de culto, encontramos ciertos ejes que resultan clave:
- Adopción: Cuando hablamos de Tribus observamos que el joven llega a ella en una búsqueda de identificación / diferenciación, a través –mayormente- del aspecto visual: la ropa, el maquillaje, los peinados, etc. Se los puede identificar entonces por categorías superficiales como el estilo común en lo que concierne al aspecto exterior, las modas, los gustos musicales y artísticos, y las actividades de entretenimiento (como en el caso de los cumbieros, adoptar la jerga “tumbera”).
Los Grupos de Culto, en cambio, tiene aspectos muchos más profundos. No se identifican por aspecto superficiales sino por patrones cognitivos. La estructura social del sujeto se ve modificada y a la vez expandida hacia grupos de similar referencia (con esto, los similar no es lo idéntico que se encuentra en las Tribus Urbanas). La estructura social del sujeto cultista se ve modificada y a la vez expandida hacia grupos de similar referencia. El objeto, o mejor dicho, la relación con el objeto se vuelve parte de la identidad del sujeto.
- Apropiación del objeto: Se establece un vínculo emocional que, si bien puede presentar características análogas a las de las tribus urbanas, va aún más allá, hasta formar parte de la cotidianeidad y la estructura de experiencias y conocimientos que nos permiten interpretar las nuevas experiencias. Es decir, un cultista estará condicionado por su objeto de culto en todas sus experiencias subsiguientes.
Por ejemplo una cultista literaria de Harry Potter, comenta que “Leyendo el diario, al encontrarme con la palabra «ministerio», lo relacioné automáticamente con el Ministerio de la Magia de Harry Potter como si fuera lo más natural.” En este caso es evidente la interiorización de la mitología literaria de la saga.
- Producción: Si bien en los últimos años las Tribus Urbanas se relacionan a través de Internet, la producción es escasa o nula y muy puntual; ejemplo de ello puede observarse en la cantidad de fotologs pertenecientes a Floggers, que carecen de valor artístico por su índole narcisista. No es importante la calidad estética de la fotografía, sino el mostrarse.
A diferencia de esto, el grupo de culto se apropia de las características de su objeto de forma activa. Como describen Lozano Delmar y Hermida Congosto en su texto “Macbeth: culturas populares y “fandom” –donde “fandom” refiere a grupo de culto-, se forma una “dinámica de emisores especializados que toman, retocan, revisan y, en general, desmontan (...). En esta dinámica de intercambio y transferencia, de transmisión en definitiva, cualquier tipo de obra (cualquiera sea su formato) es recogida y reverenciada por un tipo de colectivo que la resitúa nuevamente en otro “escenario” para valoración y, al mismo tiempo, modificación de otros muchos espectadores.”15
Un ejemplo claro son los fanfictions: textos literarios, compartidos en la red, que escriben los cultistas utilizando personajes y escenarios ya existentes en su objeto de culto. Las historias son originales: podemos encontrar precuelas, secuelas, argumentos paralelos a la historia original, etc. El sitio web www.fanfiction.net cuenta a la fecha con 418.952 historias, sólo basadas en la saga de Harry Potter.
- Trascendencia: La búsqueda de un grupo de identificación fuera del círculo familiar, que eventualmente lleva al joven a formar parte de una Tribu Urbana, es un momento característico de la adolescencia. Difícilmente se extiende la pertenencia a estos grupos más allá de ella. No veremos un Emo de 30 años.
En cambio, el grupo de culto es, como dijimos, un estilo de vida y como tal trasciende las edades y hasta las generaciones. El cultista puede dejar de pertenecer a un grupo de culto formal, pero esto nunca significa que pueda deshacerse de las marcas que el culto hace en su estructura cognitiva, como describimos anteriormente.
- Fantasía interna: Ernest Bormann plantea en su teoría de convergencia simbólica16 que dentro de un grupo reducido de personas que comparten, en este caso, un gusto, se genera una fantasía interna. Llama así a la conjunción y explotación de conocimientos compartidos, que se traduce en formas de comunicación propias que adquieren sentido según esta fantasía compartida y sólo para los miembros del grupo. Si bien esto sucede en todo grupo es característico en los grupos de culto que se utilicen en la vida diaria términos de la mitología del objeto de culto en ocasiones que lo evoquen o ameriten. Por ejemplo, aquellos Otakus que lucen prendedores con leyendas como “Yo no hago yaoi” o “100%Uke” –referidas a los mangas homosexuales–; o algunos roleros evocando jerga o situaciones de juego en la vida real; por ejemplo, "por como me fue en el exámen tengo Inteligencia 1" - refiriéndose a los atributos mentales en base a la ficha de personaje -; o "Cuando se me apagó la PC con toda la información me enojé más que Garou con Rabia alta" -haciendo referencia a un tipo de personaje con una característica determinada que mide su furia.
- Debate y racionalización: el cultista es el principal crítico de su objeto. Analizará, hipotetizará y cuestionará los detalles del objeto, juzgará si los nuevos elementos son creíbles en el universo planteado. En reuniones de cultistas el debate es permanente, con subdivisiones internas y exposición de argumentos, por supuesto tomados del mismo objeto y su desarrollo.

A modo de conclusión
Damos fin a esta ponencia deseando haber establecido la diferencia pertinente entre nuestros dos objetos de estudio. Creemos que el conocimiento que tienen los medios de comunicación y la información que eligen difundir acerca de los grupos de culto son limitados y de base equivocada. Esperamos aportar una mínima reivindicación para los cultistas.
Sin embargo, nos surgen ahora más incógnitas e interrogantes acerca de estos modos de vida. ¿Hasta qué punto condicionan sus experiencias? ¿Por qué se identifican con cierto objeto y no con otro similar? ¿Puede un cultista dejar de serlo? ¿Cómo se justifica la trascendencia del culto? ¿De dónde surge la necesidad de producir nuevos objetos relacionados al producto original? Pretendemos continuar nuestra investigación y seguir indagando sobre el tema, que aparentemente ofrece aristas ilimitadas y originales.


Lic. Galant, María del Mar
Lic. Schandor, Ana María
Lic. Torti Frugone, Yanina de los Milagros


Notas de referencia:

1) Martín-Barbero, Jesús: “La comunicación en las transformaciones del campo cultural”. pp. 61-62.
2) Martín-Barbero, Jesús: Comunication, culture and hegemony: from the media to the mediations. p.26.
3) Morris, Nancy & Philip Schlesinger: “Comunicación e identidad en América latina. Las fronteras culturales.”
4) García Canclini, Néstor: Culturas Híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad.
5) Giménez, Gilberto: “La cultura como identidad y la identidad como cultura”.
6) Ídem. Capítulo 2.
7) Ídem. Capítulo 1.
8) Ídem. Capítulo 2.
9) Ídem. Capítulo 6.
10) Íbidem.
11) Maffesoli, Michel: El tiempo de las Tribus. El ocaso del individualismo en las sociedades posmoderna". p. 31.
12) Ídem. p. 177.
13) Auletta, Nunzia: “Un mundo de Tribus: el mundo de los jóvenes consumidores”. p.15
14) Williams, Raymond: Palabras Clave, p.87.
15) Lozano Delmar y Hermida Congosto: “Macbeth: culturas populares y fandom” pp. 19.
16) Bormann, Ernest G.: “Fantasy and rhetorical vision: The rhetorical criticism of social reality.” pp. 396-407.

Bibliografía:
  • Auletta, Nunzia: “Un mundo de Tribus: el mundo de los jóvenes consumidores”, En DEBATES IESA, Volumen VIII, Número 2, Venezuela, 2008
  • Bormann, Ernest G.: “Fantasy and rhetorical vision: The rhetorical criticism of social reality.” En Quarterly Journal of Speech, 58, EE.UU, 1972.
  • García Canclini, Néstor: Culturas Híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. Grijalbo, Méjico, 1990.
  • Giménez, Gilberto: “La cultura como identidad y la identidad como cultura”. En el Tercer Encuentro Internacional de Promotores y Gestores Culturales, Guadalajara, 2005.
  • Lozano Delmar y Hermida Congosto: “Macbeth: culturas populares y fandom” En Revista Internacional de Comunicación Audiovisual, Publicidad y Estudios Culturales. Vol. 1. Núm. 5. 2007
  • Maffesoli, Michel: El tiempo de las Tribus. El ocaso del individualismo en las sociedades posmoderna, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2000
  • Martín-Barbero, Jesús: Comunication, culture and hegemony: from the media to the mediations. Sage, Londres, 1993.
  • Martín-Barbero, Jesús: “La comunicación en las transformaciones del campo cultural”. En Revista Alteridades (3) 5, 1993
  • Morris, Nancy & Philip Schlesinger: “Comunicación e identidad en América latina. Las fronteras culturales.” En Telos #49, Madrid, marzo-mayo de 1997. Tomado de http://www.infoamerica.org/teoria_articulos/schlesinger1.htm
  • Williams, Raymond: Palabras Clave, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 2000